Batalla del cabo de Santa María (1804)
Octubre de 1804.
Junto al amanecer, cuatro fragatas españolas llenas de riquezas están a punto de llegar a la península ibérica procedentes de América. Son la Medea, la Fama, la Mercedes y la Santa Clara; todas ellas con entre 250 y 300 marineros a bordo. Al frente de ellas, el marino cántabro José de Bustamente y Guerra, con más de 30 años de experiencia de “aventuras” marinas.
Se encuentran ya frente a las costas del cabo de Santa María en el sur de Portugal, seguramente saborando la ansiada tierra para descansar del viaje de alrededor de tres meses, pero a su encuentro salen otras cuatro fragatas pero en este caso de nacionalidad inglesa. Eran la Indefatigable, la Lively, la Medusa y la Amphion, comandadas por Graham Moore, vicealmirante de la marina británica y también curtido en unas cuantas batallas navales.
Eran tiempos de paz, o al menos no tiempos de guerra. Habían pasado más de dos años desde Marzo de 1802 cuando Gran Breataña y España (junto a Francia) firmaron la Paz de Amiens en la que se repartieron islas y colonias entre los diferentes bandos, España por su parte recuperó la isla de Menorca que la había perdido en el Tratado de Utrecht en el año 1713. Esa era la teoría, pero en la práctica, la Paz de Amiens no había convencido a ningún bando y la enemistad entre Gran Bretaña, Francia y España seguía.
Los barcos ingleses se emparejaron uno a uno con los españoles. Los ingleses buscaban el nada desdeñable botín, así que Graham Moore ofreció a Bustamante la rendición pero éste rechazó esa posibilidad. Enseguida los ingleses abrieron fuego y rápidamente hundieron a la Mercedes, murió casi toda la tripulación en ese hundimiento. La Fama intentó huir pero enseguida la detuvieron, y junto a la Santa Clara y la Medea la llevaron a Gosport, en el sur de Inglaterra.
La victoria como era de esperar, atendiendo a la predisposición de cada bando, había sido inglesa. Habían conseguido el botín de tres de los cuatro navíos españoles, pero a cambió se granjearon una mala fama al haberlo hecho a traición sin haber declarado la guerra previamente. La cuarta nave, la Mercedes, sigue hoy día en le mismo sitio en que la dejaron hace más de 200 años, ahora convertida en forma de pecio.
La así denominada batalla de Santa María había terminado. Pero España no perdonó la traición y se volvió a aliar con Francia contra los ingleses en las Guerras Napoleónicas.
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